Muchas personas, cuando escuchan el evangelio por primera vez, se regocijan, se llenan de esperanza, quieren ver pronto resuelto su problema, pero aún no han aprendido a aferrarse a la bendición. Y aunque lo reciba en ese momento, la persona vuelve a perderlo todo porque todavía no se ha establecido en la fe. Es como esa semilla que cae en un pedregal, donde solo hay una fina capa de tierra sobre las rocas, esta semilla germina rápido porque no tiene tierra profunda, pero cuando el sol calienta, la planta se seca, porque no ha echado raíces. Pero hoy quiero prepararte para recibir la bendición del Señor.