Nadie puede culpar a Dios por sus fracasos. La persona no busca a Dios, hace lo que quiere, muchas veces actúa como si fuera un animal irracional, y cuando la situación se vuelve difícil, la persona entonces quiere ser atendida por Dios. Entonces ella ora, clama, llora y no pasa nada. Y luego empieza a decir que fue Dios quien no quiso sanar, quien no quiso bendecir, quien no quiso prosperar... ella culpa a Dios por todo. Pero Dios no es responsable del fracaso de nadie. El Salmo 30:17 dice: "Justo es el SEÑOR en todos sus caminos, y Santo en todas sus obras." No es Dios quien pone sufrimiento en la vida de nadie. Él es el Señor que te sana. Él es el Dios que prospera, Él es el Dios que libera; pero si sigues metiendo la mano en lo sucio, te ensuciarás cada vez más.